Un reciente zarpazo a la construcción de democracia se ha dado en América Latina. Después de muchos años de trabajo, en cada uno de los países de la Región, por sostener el orden institucional otorgado por el voto popular, una irracional aventura, resquebraja esa construcción. Es Honduras la que sufre el latrocinio de hombres cultores del pensamiento arcaico, cuya inteligencia rapaz ofende la inteligencia de su pueblo. El señor feudal que se ha instalado, de facto, en la presidencia del país hermano, imitando a Joseph Goebbels, miente tratando de que algo quede de todas las patrañas que enarbola para justificar el golpe de estado. Aduce que la constitución de su país le ampara y no tiene el más mínimo empacho en repetir esa frase en nombre del pueblo hondureño. El mismo al que reprime y aísla de sus propios compatriotas y del contexto internacional.
Las imágenes de la represión en las calles, trajo nefastos recuerdos de épocas que creíamos superadas de la barbarie. No me cansaré de repetir que el huevo de la serpiente sigue vivo, agazapado, a la espera de florecer en avances fascistas. Eso ha quedado demostrado con los acontecimientos de Honduras. No obstante, algunas cosas han cambiado en los últimos tiempos. Las voces de reproche y repudio se han dejado oir de inmediato. La Asamblea General de la ONU por aclamación ha sostenido que es un golpe de estado y que se restituya la situación preexistente. La OEA, la UE, el ALBA, el Grupo de Río, todos abogan por el restablecimiento del orden constitucional en serio. Por eso, es tan importante que la ciudadanía en su conjunto, dirigentes y comunidad aprendan a manejarse con normas de convivencia. Que sus diferencias se diriman por las urnas, Que nada empañe el delicado cristal que sostiene nuestras gobernabilidades. Vemos que aún hay fragilidades en puerta, que deben ser fortalecidas y todavía quedan trasnochados, anclados en los viejos vicios de poder.
Debemos acercar nuestras voces y palabras, hasta que el fuerte clamor se escuche en todos los confines del planeta. No hay país que haya reconocido al gobierno de facto y es de esperar que ese aislamiento institucional se sostenga. Debe quedar claro que no hay más espacio para avances autoritarios en la Región y esto hay que reproducirlo para todo el mundo. Es sustancial sostener el ejemplo de lo que no se tolera más, de lo que es social y políticamente castigado. El presidente de Honduras tendrá que ser restituido en su cargo, acompañado por otros mandatarios y con el respaldo de las Naciones Unidas. Los asaltantes del poder serán enjuiciados, si es que no huyen como cobardes. Manuel Zelaya, debe terminar su mandato y Honduras, el pueblo de Honduras sabrá a quien elegirá para que conduzca los destinos de su Nación.
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